¿Se puede autoconstelar?
Mitos y verdades sobre constelaciones familiares (y lo que podés hacer por tu cuenta)
Las constelaciones familiares vienen ganando cada vez más espacio como una herramienta profunda para sanar cosas que ni sabíamos que estaban ahí. Cosas del sistema familiar, patrones que se repiten sin que entendamos muy bien por qué. Pero con toda esta expansión también llega una pregunta bastante común: ¿Se puede constelar uno solo? ¿Hacer una autoconstelación?
La verdad, es que esa pregunta tiene muchas capas. Así que en este artículo vamos a meternos en el tema sin vueltas. Te cuento qué podés hacer por vos mismo, qué no, y cuándo sí o sí necesitás a alguien que te guíe.
Un repaso rapidito: ¿qué son las constelaciones familiares?
Antes de meternos de lleno en la autoconstelación, conviene recordar de qué estamos hablando. Las constelaciones, creadas por Bert Hellinger, nos muestran cómo estamos ligados a nuestro sistema familiar —padres, abuelos, bisabuelos, y más atrás también— y cómo cosas no resueltas, exclusiones o incluso tragedias del pasado pueden estar influyendo en nuestra vida hoy: en la salud, en las relaciones, en la plata, en decisiones raras que no sabemos ni de dónde salieron.
En una constelación clásica, uno trabaja con un facilitador (alguien entrenado en esto) y a veces con un grupo que representa a los distintos miembros de la familia. Se genera un “campo” —una especie de conciencia más grande— que revela dinámicas ocultas, como si algo superior estuviera mostrando el fondo del asunto.
El mito de autoconstelarse: ¿por qué mucha gente se lo plantea?
Mirá, es lógico. A veces uno quiere resolver las cosas solo, sin depender de nadie. Capaz no tenés acceso a un terapeuta, o no te da el presupuesto, o simplemente sos de los que prefieren buscar la vuelta por su cuenta.
Sumale a eso la cantidad de info que hay hoy en internet, videos, cursos, ejercicios que te dicen que podés constelarte solo con muñequitos, papelitos en el piso o con visualizaciones. Y ojo, eso algo puede mover. Pero no es una constelación real, al menos no como la pensó Hellinger. Y eso es importante tenerlo claro.

Pero… ¿entonces no se puede autoconstelar?
Vamos al grano: no, al menos no en el sentido profundo y completo de una constelación guiada.
¿Por qué?
Bueno, hay varios motivos:
1. No podés ser objetivo con vos mismo
Estás tan metido en tu historia, en tus emociones, en tus heridas, que te es imposible ver todo con claridad. Hay puntos ciegos, creencias, miedos, cosas que ni registrás. Un facilitador te aporta esa mirada externa y neutral.
2. El campo no se mueve igual
Lo que se llama “campo morfogenético” necesita cierta neutralidad para que se manifieste. Cuando vos sos el que pregunta, el que facilita y el que representa… todo junto… el campo no puede trabajar con libertad. Lo más probable es que estés proyectando más que conectando.
3. Sin representantes, te quedás con tus propias ideas
En una constelación grupal los representantes sienten cosas que no tienen sentido lógico… y sin embargo son verdaderas. En cambio, si vos ponés figuritas y las movés según lo que creés, lo que hacés es recrear tu visión, no descubrir lo oculto.
4. Puede ser emocionalmente peligroso
Cuando tocás heridas profundas sin contención, podés quedarte enganchado, removido, o peor: victimizarte sin darte cuenta. El facilitador está para cuidar ese espacio, para sostenerte si algo fuerte aparece. No es menor.
Pero… algo se puede hacer, ¿no?
¡Obvio! Hay un montón de cosas que sí podés hacer solo, que te ayudan a conocerte mejor y a conectar con tu sistema familiar. No son constelaciones, pero pueden ser un camino hacia una futura sesión o una forma de integrar algo que ya trabajaste.
Acá te tiro algunas ideas:
- Investigar tu árbol genealógico: preguntá a tu familia, buscá fechas, historias, secretos, tragedias, todo lo que puedas. Saber da poder.
- Visualizar y honrar a tus ancestros: cerrá los ojos y visualizá a tus padres, abuelos, incluso a los que no conociste. Agradeceles, dales su lugar.
- Usar frases sanadoras: cosas como “te doy un lugar en mi corazón”, “te veo”, “gracias por lo que me diste”… pueden ser muy potentes.
- Escribir sobre tus patrones: eso que se repite una y otra vez en tus relaciones, en la plata, en la salud… ¿te suena familiar en tu familia?
- Jugar con objetos: si tenés muñequitos, piedras o papelitos, podés ponerlos en el piso como si fueran miembros de tu familia. Observá qué sentís. No es el campo, pero te puede dar pistas.
- Leer a Hellinger y otros autores: cuanto más entendés de los órdenes del amor, más sentido empieza a tener todo.
¿Y cuándo sí o sí tenés que ir con un profesional?
Estas son algunas señales claras de que no es momento de hacerlo solo:
- Sentís que un problema te supera, que se repite una y otra vez aunque ya hiciste mil cosas.
- Hay cosas no resueltas en tu familia: muertes, abortos, secretos, adicciones, historias pesadas.
- Tenés la sensación de estar viviendo una vida que no es tuya, como si cargaras con algo de otro.
- Querés ver el origen profundo de lo que te pasa, no solo trabajar “lo emocional”.
- Necesitás que alguien te sostenga y te guíe, porque solo/a no podés con lo que aparece.
Conclusión: hacé lo que puedas, pero sabé hasta dónde
No te frustres. Hacer cosas por vos mismo está buenísimo. Te da herramientas, te da comprensión, te conecta. Pero también hay que saber cuándo dar un paso más y pedir ayuda.
Una constelación guiada no es magia, pero sí es una experiencia muy potente. Y a veces lo que necesitás no es entender más… sino ver una imagen que te libere, que te ordene, que traiga paz. Para eso está el facilitador.
En Holisticam te acompañamos en este camino con nuestro curso de constelaciones familiares, por si te interesa ir más a fondo. No estás sola/o.
Preguntas frecuentes sobre la autoconstelación
1. ¿Qué es “autoconstelarse”?
Es cuando intentás hacer una constelación por vos mismo, sin facilitador ni representantes. A veces con objetos, a veces con visualizaciones, a veces con pura reflexión.
2. ¿Por qué no se recomienda hacerlo completamente solo?
Porque es muy difícil ser objetivo con uno mismo. Y además, se pierde la fuerza del campo y del trabajo grupal.
3. ¿Hay ejercicios que puedo hacer igual?
Sí. Podés investigar tu historia familiar, usar frases sanadoras, hacer journaling, meditar con tus ancestros o usar objetos con intención. Todo eso suma.
4. ¿Qué es el “campo”?
Es una especie de conciencia que guía la constelación. A través del campo, los representantes sienten lo que hay que ver. Sin eso, no es una constelación real.
5. ¿Qué pasa si intento ir muy profundo sin guía?
Podés quedar enganchado emocionalmente, reabrir heridas viejas o interpretar mal lo que ves. Por eso es importante tener contención.
6. ¿Cuándo debería buscar un facilitador?
Cuando hay patrones que no podés resolver solo, cuando sentís que algo te supera, cuando hay cosas familiares pesadas o simplemente cuando querés ver más claro.
7. ¿Puedo aprender a constelar?
¡Claro! Hay formaciones serias que te enseñan a trabajar con otros y también con vos mismo, pero desde otro lugar. Incluso los facilitadores más expertos se siguen constelando con otros.
¿Querés saber más? ¿Tenés dudas personales?
Escribinos. En Holisticam te podemos acompañar con nuestro curso de constelaciones familiares.